Hace años alguien dijo: “La única verdad es la realidad…”
Durante un tiempo parecía verificarse la afirmación. Creo
que hoy, la mayoría de nosotros, los ciudadanos de a pie, no concebimos la
verdad a través de la realidad de los hechos y acontecimientos (posibles de
conocer por ser de dominio público) sino por la versión que los medios masivos
nos brindan cotidianamente.
Pero, nosotros, no somos totalmente pasivos; hemos adoptado
conscientemente la forma, la manera, los criterios, los prejuicios, todo lo que
constituye el mentado “sentido común” para elaborar nuestras opiniones
Entre todos los ingredientes del “sentido común” abundan
prejuicios, narcisismos, complaciente tolerancia con los triunfadores del
sistema y ácida actitud crítica para los menos favorecidos.
El ingrediente más escaso es la capacidad para relacionar
las convicciones generadas por las políticas del gobierno nacional, los
condicionamientos dispuestos por las crisis globales y nuestra situación individual.
Por ejemplo:
Si nos dedicamos a comercializar productos de consumo
popular y nos fue bien durante diez años se
debe a nuestro talento para los negocios.
Si Arcor, Molinos, La Serenísima y el resto de las empresas extranjeras
y nacionales, que monopolizan el 70% de la producción y distribución de todos
los bienes, aumentan en forma desmedida sus precios por encima de los aumentos
salariales provocando el freno del consumo es
porque el gobierno cobra muchos impuestos.
Si el puñado de grandes empresas, que monopolizan las ventas
de granos al exterior, no venden los dólares que obtienen, porque en
connivencia con los grandes productores encanutan el producto en silos bolsa
y/o contrabandean 27 millones de toneladas de granos, situación esta que
provoca la caída de reservas, nos explicamos el proceso recitando el verso
clarinesco: “este gobierno ahoga al
campo”.
Ejemplos y enfoques abundan para la opinión que ruego me
permitan compartir con ustedes:
Es innegable el poder de los medios de comunicación hegemónicos
poseen para influir grandemente en nuestra
conciencia.
Pero, creo que somos nosotros
quienes optamos por tal o cual interpretación de la realidad y tomamos
posición conforme a lo que nos parece correcto.
Si esto es así es posible que de estar dispuestos a
considerar nuevos datos y enfoques, nuestra opinión pueda modificarse.
Otro ejemplo:
Es bastante frecuente escuchar a personas de nuestra clase
media, a la que pertenezco, hacer observaciones críticas con respecto al gasto social: AUH, facilidades
jubilatorias, pro.cre.ar; pro.gre.sar, y al mismo tiempo ignorar los descarados
negociados financieros y de obra pública que hace la administración macrista.
Creo que, al elaborar nuestro juicio de valor, no ubicamos
bien los intereses individuales y de sector.
Toleramos y nos desentendemos del costo de los negocios y
negociados de los poderosos y nos preocupan mucho los medios económicos que se
utilizan para sostener el consumo interno, que es justamente lo que posibilita
nuestra existencia como sector social.
Los servicios, la pequeña y mediana empresa y comercios, que
es el ámbito de nuestra actividad depende de la existencia de un sostenido consumo popular.
Creo útil recordar que las consecuencias de la crisis del
2000/2001 generaron un feroz deterioro en amplios sectores sociales pero
masivamente en los sectores medios y medios bajos.
Finalmente, quisiera invitar a mis vecinos a elaborar juntos
propuestas frente a las próximas elecciones que contemplen esencialmente nuestros intereses para que dejemos de
oficiar de despreocupada y barata comparsa de los dueños del poder económico y
sus gerenciadores políticos.
José Maria Di Bello
Precandidato a Legislador por CABA
Una visión parcial de las cosas, con una fuerte carga de relato oficial, seguramente es la preocupación del fin de siclo.
ResponderEliminarDentro de unos años veremos al autor con otra visión, propia de aquellos que se adecuan al turno político, menemismo, duhaldismo, kirchnerismo, masismo .
Carlos Omar Puy