Nosotros,
ciudadanos argentinos que habitamos la Ciudad de Buenos Aires, somos para Mauri “la gente”, ese agrupamiento amorfo viscosamente homogéneo que él puede
seducir con globitos y remeras coloridas y a quienes puede convencer, sin gran
esfuerzo, que Él representa y
gobierna a favor del interés del conjunto.
Contando
con la paciencia de mis amigos y conciudadanos quisiera poner a su
consideración algunas ideas sueltas al respecto:
Cuando
Mauri habla de “gente” habla de “nosotros”, la clase media de Buenos
Aires.
Mucho se
ha opinado sobre nosotros, a favor y
en contra.
Yo
solamente quiero señalar algunos aspectos sobre nuestro comportamiento al momento de elegir quién nos gobierna.
Creo que
la ciudadanía de Buenos Aires decide
conforme a lo que cree conveniente en cada ocasión. Fue radical; votó a Menem;
votó a Ibarra y también a De la Rúa. Le
bajó el pulgar a Lilita y luego la promocionó. No hay voto cautivo en la
Ciudad de Buenos Aires. Pregunto:
¿Por qué
entonces Mauri, que triplicó tasas e impuestos; que arma negociados con
contratos municipales y endeuda el patrimonio de la Ciudad en forma nunca
vista; que dificulta la circulación de nuestros automotores con la imposición
de la europea moda de la bicisenda; que incumple el presupuesto votado por la
legislatura; que frena la ampliación de derechos ciudadanos al no poner en
funciones a las comunas; que organiza fuerzas represivas (Metropolitana); que
desfinancia la educación y los hospitales públicos…, por qué logró tanta
adhesión electoral?
Pienso
que las razones son múltiples. Sólo arrimo alguna sencilla opinión:
Creo que
nosotros, los sectores medios, vimos en “Mauri” “lo nuevo”, “los equipos técnicos”, “los profesionales jóvenes” que
nos sacarían del estancamiento producido luego del conflicto con Ibarra y más
luego, con el notable asesoramiento de expertos, incidió solapadamente sobre
nuestros miedos y prejuicios y logró que percibiéramos como un peligro para
nosotros al “populismo kirchnerista” a
quien identificamos como resabio de aquel fantasmagórico “peronchismo”.
Hace 20
años creíamos que 1 peso era igual a 1 dólar.
Ayer
soñamos que Mauri sería el “Giuliani” del Plata que expulsaría a los
indeseables y construiría una ciudad para gente
como nosotros.
Mauri
desalojó inquilinatos, casas tomadas; mató gente en el Indoamericano; apaleó
enfermos y enfermeros; habilitó aulas de chapa; cambió la mano de calles y avenidas; nos
endeudó (y sigue haciéndolo) a costa de las finanzas y el patrimonio de la Ciudad ; vendió a sus amigos
los terrenos de Catalinas Norte, el Mercado del Plata y consolidó una
estructura de negocios a costa de la
Ciudad para un selecto grupo de “gente como él”.
A la hora
del balance comprobamos que hay entre 15 y 20 mil personas durmiendo todas las
noches en las calles de Buenos Aires; que la población de barrios populares y
villas se consolidó y aumentó; que el método de expulsión territorial consiste
en aumentar tasas, impuestos, valorizar los terrenos y vía compra de
propiedades de antiguos habitantes va reconfigurando
la Ciudad
destruyendo el modelo tradicional de Centro y Barrios cercanos por un
generalizado modelo despersonalizado y caótico.
Que el
modelo de agresividad excluyente, lejos de asegurar nuestra seguridad, incrementa las tensiones sociales y muchos de
nosotros somos víctimas propiciatorias, pues en las zonas exclusivas y barrios
cerrados donde viven la gente como ellos
la situación es bien diferente.
Creo que
desde el sector social al que pertenezco deberíamos repensar la situación en
función de nuestros intereses. La
clase media actúa como para choque, como mediador y asimilador de los
conflictos entre el resultado de las políticas del poder y sus efectos sobre la
base social.
Pienso
que nos equivocamos al pensar que somos
parte.
Maestros, médicos,
pequeños comercios, transportistas, empleados y asalariados de diverso tipo y categoría JUNTOS Y EN CONVIVENCIA CON LA CLASE OBRERA en sus
diversas expresiones realizamos día a día todos los procesos de la realidad
económica.
No somos parte, pero somos el
soporte de su existencia, son en la
medida que existimos
Por eso amigxs, para concretar lo que soñamos de
nuestra querida Ciudad de Buenos Aires no olvidemos la mejor herramienta que
tenemos, nuestra porteña reflexión y generemos no solo opinión sino que
construyamos conciencia y acción.
¿Será
posible repensar cuáles son las alianzas, con qué sectores sociales es
conveniente buscar acuerdos?
No
olvidemos los hijos de quién tuvieron que migrar a España e Italia a limpiar
letrinas y lavar platos cuando estalló el 2001.
Invito a
mis amigos y conciudadanos a pensar y elaborar juntos propuestas posibles para la topada del 2015.
José Maria
Di Bello
Precandidato
a Legislador por CABA
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